El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro


El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro



El diseño curricular asigna una hora en la carga horaria semanal para la orientación y tutoría. Es indudable que trabajar temas tan complejos que se relacionan con la formación y creación de hábitos de vida y de estudio de los estudiantes en una hora semanal es muy difícil. Por esta razón, estos amplios temas deberían trabajarse transversalmente sacándole provecho a toda actividad que en cualquier área de formación lo permita.



Perfil de un tutor

Todo profesor es por naturaleza orientador, pero no todo profesor reúne las características que lo lleven al ejercicio de la tutoría. Se requiere un perfil especial que combine varios requisitos: entre los más importantes están.

1.     Disponer de tiempo para realizar su función.
2.     Aceptación voluntaria del cargo.
3.     Coherencia personal.
4.     Carisma. 
5.     Capacidad de comunicación.
6.     Intuición psicológica. 
7.     Saber escuchar. 
8.     Confidencialidad. 
9.     Trabajo a tiempo completo.
10.  Predisposición a seguir aprendiendo, capacitarse.

Un profesor motivado aumenta las probabilidades de un aula feliz. Ahora pongamos el ejemplo contrario: Un profesor sin motivación convertirá su aula en un espacio poco feliz. La excusa típica que ponemos los docentes es el sueldo, los directivos, las mejores condiciones… Y eso no es así: Debemos de convencernos de que tenemos una profesión maravillosa y pocas profesiones tienen un impacto social como la nuestra.
El profesor debe plantearse un triple objetivo en su acción motivadora:
-Suscitar el interés.
-Dirigir y mantener el esfuerzo.

-Lograr el objetivo de aprendizaje prefijado.

Si en la escuela tradicional llamábamos motivación solamente a la inicial, aquí vemos que la motivación debe mantenerse hasta el final, y ser el punto de partida, si el proceso de aprendizaje tiene éxito, de nuevas motivaciones para nuevos procesos.
Cada alumno se motiva por razones diferentes

La motivación como proceso autoenergético de la persona, limita la función del profesor a ser un agente exterior que trata de desencadenar las fuerzas interiores del alumno. Esto nos lleva a una consecuencia: los incentivos tienen un valor motivacional limitado. La misma actividad incentivadora produce distintas respuestas en distintos individuos, o incluso en el mismo alumno en diversos momentos.

En la práctica se traduce en una limitada eficacia de las motivaciones colectivas, si no van acompañadas de una individualización y adecuación a las peculiaridades del alumno, en las que influyen tanto los rasgos de personalidad como su misma historia.

Es más importante crear el interés por la actividad que por el mensaje.

Para ello hay que apoyarse en los intereses de los alumnos y conectarlos con los objetivos del aprendizaje o con la misma actividad. Hay muchos profesores que tienden a buscar técnicas interesantes para ellos pero que no provocan ninguna motivación en los alumnos. Los alumnos no se motivan por igual, por lo que es importante buscar y realizar actividades motivadoras que impliquen mayor participación del alumno.

Si recordamos la pirámide de Dale, y la identificamos con el aprendizaje a partir de la experiencia, podríamos extrapolar esta situación para definir que se motiva más y mejor quien mayores y mejores experiencias vive en el aula. Leemos ya con bastante frecuencia, que en situaciones de aprendizaje nos importan más los procesos que los resultados. La razón es que los procesos permanecen siempre y sirven de refuerzo o motivación para posteriores aprendizajes.



¿La clave es la motivación?

-Sí. El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro, porque, si no, no puedes contagiar nada. Sin alegría y motivación, no hay manera de aprender.-

-No es problema de que el maestro no trabaje. El tema son las condiciones de trabajo. Tenemos muchos alumnos por aula y mucha falta de recursos, tanto personales como materiales. Y hay una sobrecarga de contenidos.

–¿Y de contenidos repetitivos?

-Sí, es tal cantidad de presión la que sentimos, que salir de eso es complicado. Todos trabajamos mucho y dedicamos muchas horas. El sistema educativo, tal y como está, no funciona; pero hay que arriesgarse y cambiarlo.

-¿Qué no funciona?

-Lo de clasificar a los alumnos en función de la edad. El currículo está muy cerrado y se pierden todos los talentos. Hay una presión que no te permite perder ni 5 minutos y hay que pedir a la escuela que escuche. No se puede ser maestro sin escuchar. Tienes que conocer a tu alumnado, ¡pero no hay tiempo!





Autoridad = Competencia + Prestigio

Tal como la definió el Viejo Profesor (Enrique Tierno Galván), que en paz descanse.
Hablando de competencias, es decir, «la pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado», un maestro debería poseer algunas competencias que considero primordiales, a saber:

    Vocación: Sentir la profesión desde lo más profundo.
    Dedicación: Emplear todo el tiempo disponible.
    Amabilidad: Sin caer en el coleguismo.
    Generosidad: Volcar todos sus conocimientos en los alumnos.
    Responsabilidad: Entendida como la capacidad de responder.
    Empatía: Saber poner en el lugar del alumno.
    Cercanía: Un buen maestro no debe aislarse en su estrado.
    Entusiasmo: Saber transmitir energía vital.
    Humildad: No creerse que está por encima del bien y del mal.
    Paciencia: No todos cogen las ideas al vuelo.
    Saber otorgar protagonismo: a los alumnos.
    Despertar interés: Desarrollar curiosidad intelectual.
    Capacidad de una escucha activa.
    Tener una gran apertura mental.
    Ser muy gráfico: Una imagen vale más que mil palabras.
    Divertido: Sin llegar a ser cómico.
    Ser realista: Tener los pies en el suelo.
    Sinceridad: «Se coge antes a un mentiroso que a un cojo».
    Asertividad: Cuando se imparte una lección, no se pueden tener dudas.
    Saber gestionar la Diversidad: Los colectivos de alumnos son cada vez más diversos.
    Autoridad: En el mejor sentido de la expresión. (Ya mencionada)
    Y, sobre todo, el mejor nivel de conocimientos sobre la materia o materias que imparte.
 Él va a ser el transmisor del testigo en la carrera de relevos que es la vida.

Con esta lista, aparentemente exhaustiva, no quiero decir que un buen maestro deba cumplir todas y cada una de dichas competencias, ni en grado sumo, ni en todo momento; pero deberá saber aplicar y dosificar cada una de ellas en función de la circunstancias. No es lo mismo formar a un niño en su primera etapa del jardín de infancia que a un doctorando durante la preparación de su tesis, por poner los dos extremos opuestos de la cadena de valor formativa.

Fuente:
https://eligeeducar.cl/primero-ir-feliz-la-escuela-maestro


El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro Reviewed by maritza on 2019-02-26T21:44:00-08:00 Rating: 5

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